Las personas tenemos límites. No podemos
comer, beber o dormir sin control. Lo malo es que no conocemos ese límite hasta que no estamos al otro lado.
Existe una línea que marca hasta donde podemos llegar, hasta donde dejarte la
piel y cuando llega el momento de retroceder, reflexionar, cambiar. El problema
está en que esa línea es invisible, aunque en la mayoría de los casos no
llegaremos a traspasarla.
No comeremos la comida de un mes en dos días, no
pasaremos una semana sin beber agua, no nos mantendremos sin dormir más de tres
días. El amor es igual, también tiene límites. Sin embargo, si querremos hasta
el extremo, hasta ese punto en el que se nos clave como cristales muy pequeños
en lo más hondo de nuestro ser. En rincones que pocos privilegiados llegaran a
conocer, nuestro yo más puro, el verdadero, el que no lleva escudo.
Es difícil volver a vivir una vez que has
pasado la línea. Da miedo. Da miedo abrirse y no poderlo controlar. Tener esa
sensación de que al mínimo parpadeo alguien va a volver a tocarnos en ahí, en
lo más profundo. El miedo nos hace humanos, sí, pero también débiles.
Y necios. Y estúpidos. Hace que nos quedemos
quietos cuando queremos echar a correr. Nos hace negarnos cuando más necesitamos
un sí. El miedo nos mantiene a salvo, nos permite mantener el control. El miedo
nos hace ser los dueños de nuestras vidas y decidir qué, quién, cuando, donde y
como. Pensar, repetir, analizar, reflexionar. Priorizar. El miedo es el mayor mecanismo de control. Y también un
freno. Esa cuerda que nos mantiene a salvo y nos impide progresar, avanzar,
crecer.
Yo lo crucé, el límite. Yo lo crucé y créeme
cuando te digo que eso duele. Solo las personas que conocen el límite entienden
esa sensación. De algo que antes rebosaba energía y ahora se muere poco a poco.
Algo que no teníamos, ajeno a nuestra anatomía pero que, sin embargo, ya no
está y notamos su ausencia. Como si te comiera desde dentro.
Una vez que cruzas la línea, vuelves al punto
de partida. Vuelves a empezar pero esta vez, la carrera es más larga, mucho más.
Cada pocos pasos paras, analizas. Priorizas. Tomas aire y tratas de ser
consciente en todo momento. Sabes lo que conlleva.
Cada paso te acerca más al límite, porque ahora
sabes dónde está. El miedo a amar es una de las enfermedades más graves que
podemos sentir. Necesita tiempo para curarse. Mucho tiempo. Más del que nadie
se imagina. Incluso cuando te sientas curado y listo para volver será demasiado
pronto. Cada vez que lo pronuncies en voz alta, necesitaras noches en vela para
asimilar los avances.
Nunca te recuperas de semejante golpe. Nunca
dejas de tener miedo al amor. Cada vez se convierte en algo más fuerte. Cada
vez crece más. Y cada vez se presentan más opciones alternativas, más soluciones inesperadas, atajos. Solo es
el miedo que llama de nuevo a tu puerta, con distinta cara, con distinta voz.
Es tu pequeño corazón herido que trata de defenderse.
Y ahora, solo ahora es
cuando de verdad tienes que hacerte la pregunta: ¿estás preparada para volverte
a enamorar?
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Hoy es diferente.
Después de media semana preparando entradas para publicar, de repente,
sin avisar, me viene la inspiración y surge esto. Es una reflexión en toda
regla y además, bastante personal. No sé, a veces la vida hace esto, te da
las piezas del puzzle aunque tu ya hubieras guardado la caja hace meses.
Espero que os haga reflexionar a vosotrxs también. Ahora mismo me paso
para ver que habéis estado haciendo en mi ausencia.
Muchos besos. Alejandra.
¿Sabes? No deberías sentirte mal por haberte enamorado... los desdichados somos los que no sabemos qué es eso. Tú al menos sientes miedo porque sentiste amor, yo siento miedo sin haberme enamorado... (o al menos eso creo). En fin, sea como sea, el miedo forma parte de nosotros, es un sentimiento muy humano, en pequeñas dosis es muy beneficioso, pero hay que saber cómo jugar nuestras cartas para que el miedo mueva ficha a nuestro favor ;)
ResponderEliminarUn abrazo y pásate cuando quieras :3
A todos nos llega Utopía, no te preocupes :)
EliminarMuchas gracias, como siempre, por pasar por aquí y por tus palabras ♥
Un besito!