Correspondencia ajena I

Emisor: Chica/chico con un trastorno alimenticio. Receptor: La enfermedad.

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Hoy es nuestro "aniversario". Hoy hace dos años que empezó todo. Al principio me pareció un juego, una tontería, solo quería entrar en el vestido de fin de año ¿qué podía pasar? No te conocía bien. Eres de ese tipo de personas que nunca tiene suficiente, siempre quieres más y más, incluso ahora, ahora que apenas puedo respirar por mi misma, que me paso el día tumbada en esta estúpida cama porque ni siquiera tengo fuerzas para levantarme, incluso ahora, sigues susurrándome al oído lo débil y gorda que soy . ¿¡Pero qué más quieres!? Me lo has quitado todo y sigue sin parecer suficiente para ti. Mis amigas, mi novio, mi madre... La única que sigue aquí eres tú, persiguiéndome, juzgándome, atormentándome cada vez que giro la cabeza y hay un plato de comida. Solo con escribir la palabra ya comienzo a sentir las arcadas. ¿¡Ves en que me has convertido!? Me doy tanto asco...

Como regalo de aniversario, tengo una gran noticia para ti: lo has conseguido. Peso 39 kilos y 100 gramos. No puedo ir al baño sola, no me dejan. Para levantarme de la cama necesito ayuda, pero sobre todo, oxigeno. Mi madre se pasa el día llorando y ya casi nunca viene a verme, no soporta verme así. Dicen que si sigo sin comer moriré. Lo dicen como para asustarme, para que reaccione. Pero lo que no saben es que después de ti, ya no le tengo miedo a nada. Solo quiero encontrar la paz que hace tanto tiempo me quitaste y dejar de sentir este dolor, este vacío. 

Voy a tener que ir dejándote ya, querida, dentro de cinco minutos van a venir a por mí, es hora de desayunar. El comedor ésta en silencio, nos sentamos cuatro chicas en cada mesa y nos pasamos allí horas, delante de un triste vaso de leche con unas galletas. Alguna vez se oye el crack de una galleta y entonces todas giramos la cabeza para contemplar a una más fuerte que tú, más fuerte que nosotras. Las enfermeras corren hacía ella y le aplauden, le felicitan, la abrazan. La esperanza se dibuja en los rostros de algunas de las otras, en el mío solo arcadas.  

Adiós, Ana. Ganaste la partida.

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